Nuestra piel pierde humedad constantemente a través de la pérdida transepidérmica de agua, un proceso en el que la humedad se evapora de la superficie de la piel. Por tanto, es fundamental reponer activamente el agua perdida para mantener una hidratación óptima de la piel.
La piel, que representa alrededor del quince por ciento de la masa corporal total, es nuestro órgano más grande y la principal barrera entre nuestro interior y el mundo exterior. Tiene una notable capacidad para cuidarse a sí mismo y apoyar determinadas funciones de nuestro organismo. Sin embargo, es fundamental brindarle el apoyo adecuado asegurándole un sueño suficiente, una dieta equilibrada y un programa de cuidado facial adecuado.
La piel está formada por tres capas principales: la epidermis (la capa más fina y externa), la dermis (compuesta por tejido conectivo resistente y flexible, glándulas sebáceas y sudoríparas) y la hipodermis (o tejido subcutáneo, la capa gruesa subyacente de piel que contiene células grasas). A la hora de cuidar nuestro rostro, la epidermis es nuestra prioridad, ya que asegura la renovación y protección de la piel. La epidermis en sí está formada por cinco capas, y es la capa exterior, llamada "estrato córneo", la que confiere a la piel sus notables propiedades de barrera.
El "estrato córneo" es como una pared de ladrillos, donde las células de la piel, llamadas "corneocitos", son los ladrillos y la película rica en lípidos es el mortero. Esta estructura única permite que el estrato córneo desempeñe eficazmente su papel de barrera, siempre que se mantenga constantemente mediante un programa de cuidado facial nutritivo, fortificante e hidratante.
Para obtener una hidratación óptima, nuestro objetivo es doble: retener el agua en las pieles deshidratadas y reforzar la hidratación de las pieles secas. La elección entre nutrir o hidratar, es decir aportar lípidos o agua a nuestra piel, dependerá de nuestro entorno y de nuestro tipo de piel.
Muchos factores influyen en la salud de nuestra piel. Como primera línea de defensa contra nuestro medio ambiente, nuestra piel está constantemente expuesta a los rayos ultravioleta del sol, las condiciones climáticas, la calidad del aire y los cambios estacionales. Además de esto, nuestro tipo de piel, dieta y estilo de vida también juegan un papel importante. Por ello es fundamental cuidar nuestra piel y darle toda la atención que se merece.
Dormir lo suficiente, una dieta equilibrada y una adecuada hidratación bebiendo suficiente agua son hábitos diarios que ayudan a nutrir e hidratar nuestra piel desde el interior. Al mismo tiempo, un programa de cuidado facial bien pensado, adaptado a nuestro tipo de piel y a nuestro entorno, es fundamental para favorecer la hidratación de la piel desde el exterior.
Para desarrollar un programa de este tipo, es importante comenzar identificando su tipo de piel. Aunque los términos "deshidratado" y "seco" suelen usarse indistintamente, en realidad tienen significados muy diferentes para nuestra piel.